La transformación digital me parece importantísima, porque no creo en ella y ya se sabe que las cosas en las que no crees no puedes dejarlas en manos de cualquiera.
Siempre he oído que “Si quieres que algo se haga, encárgaselo a una persona. Si quieres que no se haga, forma un comité”. Pues esto, amigos, es carne de comité, es palabra de moda, tendencia internacional, un punto y aparte, es decir, otro timo más de los muchos a los que hemos asistido (burbuja.com, burbuja e-commerce, burbuja social media, burbuja app y ahora burbuja transformación digital). Son los mismos, tienen que ganar dinero y es entendible. No se puede esperar que millones de personas sean brillantes y sepan distinguir la mies del trigo, pensar estratégicamente, entender el mundo, detectar tendencias o simplemente conocer su negocio.
Las personas, por lo general somos mediocres, en el mundo de la empresa, en el de la política y en el de la ganadería. Sólo algunos son brillantes pero la mayoría esperan a que otros piensen por ellos, y la transformación digital es el jueguecito que han pensado ahora para entretener a la gente de negocios low-cost, esos mandos intermedios de corbata naranja los martes y casual day los viernes, la gente de negocios que no se juega su dinero, me refiero porque los empresarios, evidentemente están a otras cosas. A ganar dinero, por ejemplo. Los empleados a los que les ha caído la responsabilidad de la Transformación Digital -que o bien son los mismos a los que les ha caído la gestión de los móviles, el community manager y la infraestructura de redes o bien es el cuñado que sabe mucho de informática- están a jugar, a ir a conferencias, a jornaditas de coffee break y vino español, a congresos en lejanas ciudades costeras y a hablar de este tipo de cosas dando vueltas a lo mismo en giros de lenguaje mastodónticos.
Igualmente, estoy de acuerdo en que hay dinero que ganar con esto y se ganará durante un tiempo, hasta que nos demos cuenta de que nadie ha entendido nada y todos volvamos a lo nuestro; el gurú al coaching, el cuñado al sindicato y el de la corbata naranja al paro, pero no me quiero perder; decía que la transformación digital me parece importantísima, tanto que si lo haces bien no te hará falta transformar nada.
Solo entendiendo profundamente qué es, podremos saber qué no es. Sólo se puede construir desde un positivo. Si sé lo que es, sé lo que no es y por qué. Por eso hay que decir aquí que seguramente tu negocio no necesite una transformación digital ni una inmersión definitiva en no sé qué nuevo modelo. Esto no es el futuro, es el presente. El futuro no tenemos ni idea de lo que será. Tu negocio ya está en ese nuevo modelo porque lo digital está aquí te guste a ti o no, y estás sobreviviendo. Y a tu negocio le afectará -o no- en algunos aspectos que si yo fuera tú tendría muy claros: analiza tu cadena de valor y mira dónde eres vulnerable -para mejorarlo- o donde eres el amo -para defenderlo-.
No sé si es en la atención al cliente, en el proceso de venta, en las barreras de entrada, en la imagen, en la búsqueda de información por parte del cliente, en el internet de las cosas, en la comparación con la competencia, en la lucha de precio entre canales, en la movilidad o en qué exactamente debe adaptarse tu empresa a este entorno digital. Pero si lo piensas tú solito no vendrán los muchachos de la transformación a venderte tonterías. Transformarse o morir, dicen. Mal. Adaptarse para no transformarse. O morir.
No hace falta que toda la empresa crea en ello, esto no es una religión. Las religiones necesitan de pastores y de rebaños, y esto sólo se trata de ganar dinero. Sólo de eso, de tener una ventaja competitiva y de hacérsela llegar a los clientes de modo que la conozcan, y entiendan que satisfaces su necesidad mejor que la competencia. Si no tienes eso, pues cierra, con o sin transformación. Aquí, debo recordarte qué aunque tú sepas lo que vendas, no es tan fácil saber qué te están comprando en realidad, qué necesidad satisfaces verdaderamente. Cosas de planners. Al grano: no hace falta un cambio radical de nada. Las revoluciones sólo caben en las mentes pueriles y poco formadas.
El adanismo -pensar que eres el primero de tu especie y que todo lo anterior no vale para nada- es una mala idea y todo el que venga con un discurso rupturista es un hombre sin formación, con un ego descomunal y con ese cinismo que da la ignorancia de creerte mejor que los anteriores. Tú no eres un ignorante, ya tienes unos añitos y has visto mucho en este negocio. Piensa en qué te afecta y ponte a transformar lo que haya que transformar, aunque la palabra -insisto- me asusta. La transformación digital ni es sólo transformación ni es sólo digital. Es adaptación al medio, como una especie más que quiere sobrevivir ante un entorno cambiante. Si tienes una pastelería te afectará diferente a si diriges los altos hornos de Vizcaya.
No hay recetas, no hay verdades, no hay futuro, solo se trata de hacerte pensar hoy, en el presente, de detectar oportunidades y de ganar eficiencia. Si quieres. Si no, tú mismo. Y si realmente quieres y te paras a pensar un poco, mira a tu alrededor y déjate asesorar. Así, seguramente no te engañarán los muchachos del mac, los cuñados informáticos ni los de la corbata naranja. Te lo digo en bajito ahora que no están por aquí. Deben estar en un evento. Es la hora del coffee break.
(Este post fue publicado originalmente en Momento.digital)